Hoy hemos ido a las ruinas de Chichen Itza, a un cenote y a Valladolid, con una excursion programada, un dia completito, pero no es una piramide tan, tan maravillosa como para ser la quinta maravilla del mundo, me gustaron muchísimo más las de México DF.
Lo que más me ha gustado ha sido oir el canto del quetzal pero no cuento más porque en la sorpresa reside el encanto, luego allí está todo lleno de puestos ambulantes con recuerdos típicos y no tan típicos (estaban los tres monos sabios del templo japonés por todas partes) donde se puede regatear y conseguir mejores precios que en los hoteles pero tampoco son gangas y sobre todo, para mi gusto, tampoco son cosas bonitas...En cuanto a comida, mejor no hablar, menú buffet en un restaurante de carretera (spaguettis, tacos, etc) incluido en la excursion, con "bailes típicos" incluidos de tres camareros por la voluntad, aunque solo hemos comido tacos que esos si que estaban muy, muy buenos. Y, por fín, nos tomamos nuestras primeras Corona y Sol de todo el viaje y las únicas:La exursión nos ha costado 65 euros por cabeza recogiéndonos en la puerta del hotel aunque luego, otros excursionistas la negociaron a precios más económicos, yendo incluso desde más lejos, así que hay que regatear, nosotros la compramos en la entrada a las ruinas de Tulum en un kiosco en la zona de las tiendas. Que por cierto, acaban de montar ahí, otra superjoyería con "los mejores precios del mundo" gigante y muy cara que me recordó mucha a una que nos tuvimos que tragar en Tailandia a la fuerza pero en la que duramos cinco minutos. En esas tiendas también hay artículos típicos pero no muy interesantes y algunos espectáculos mexicanos en la plaza. Hay un trenecito para llegar a las ruinas pero no merece la pena, el trayecto es corto, a no ser que vayas a la una del mediodía y ya estés mediodeshidratado.
En cuanto al cenote, me lo pasé muy bien, primero porque nada más llegar, vendían cocos con su lima, chile y sal como Dios manda y aproveché y me comí uno antes de bañarme y otro a la salida por solo 20 pesos que por esta zona, es lo más barato que hay.
Y luego el cenote es pequeñito pero como vienes acalorado del paseo por las ruinas, merece la pena darse un baño, así que recomiendo llevar toalla, chanclas y gafas de buceo para echar un vistazo, aunque apenas estuvimos un cuarto o media hora.
Y Valladolid me encantó, pero allí si que estuvimos solo un cuarto de hora, lo cual me dió muchísima rabia, porque fue lo más parecido al México colonial que a mí tanto me gusta que pudimos ver en toda la semana. Estaban de obras en la plaza principal, así que nos soltaron allí y nos dieron 15 min, vimos la Iglesia que no tiene nada especial y entré en alguna tienda que había alrededor de la plaza, también destinadas al turista pero por lo menos con alguna cosa chula y aunque en algunas también se podía regatear, en otras no, además encontré un par de cosas que no había podido ver antes en ningún sitio. Y ya por último comentar, que aunque yo no tuve oportunidad de ir, y aunque no la publicitan tanto, yo le recomiendo a aquel que vaya por allí, ir a las ruinas de Coba, porque según nos decía el personal del hotel, eran las más bonitas porque se encuentran en medio de la selva, eso sí, hay que andar bastante o alquilar una bici, (algunos decían que merece la pena y otros que no) y no hay vans que te lleven directas, al menos desde Tulum. En cuanto a Chichen Itzá, llevar zapatos cómodos, protector solar y gorra, (si se va en temporada cálida), a nosotros nos dieron los de la excursión una botellita de agua al entrar, ah, y un minidesayuno al subir al autobús (una magdalena, un plátano y un zumo). Y el autobús era mucho más cómodo que uno de tercera, pero no era de primera clase como los del interior de México, era como uno español cualquiera, y la carretera hay parte que es autovía pero otra que tiene más baches y resulta bastante incómoda si se sufre de la espalda por lo que merece la pena hacer el viaje en el transporte más cómodo posible.
Por la noche, ya en el hotel teníamos cena programada en el restaurante japonés cuya carta es la que se puede ver en las siguientes fotos:
A continuación, se puede ver una de las zonas del restaurante:
Y aquí van algunas cuantas fotos de la comida, dentro del hotel, merece la pena ir una noche, pero no es una comida japonesa para tirarse de los pelos de lo buenísima que está, éstos fueron los entrantes que elegimos, incluida la típica sopa de tofu:
además, nosotros elegimos la cena con el cocinero delante, (tepayanki) pongo algunas fotos en las que se le puede observar cocinando, el chico era muy simpático y se daba mucho arte con los utensilios de cocina era un verdadero artista:
pero la verdad es que es un poco aburrido una vez que él termina su show:
porque no puedes hablar con tranquilidad con tu acompañante, y si no tienes ganas de dar conversación tampoco es muy agradable el estar sentados junto a desconocidos. Ahora, aquí van otras fotos del resto de los platos que son los que él nos preparó realmente en directo:
en cuanto a los postres, estaban buenos pero eran todos dulces:
En definitiva, que para probar más o menos como es la comida japonesa no está mal y además el restaurante tiene una decoración muy conseguida y el trato, como siempre, es exquisito, ah, al que le guste el sake, que lo pida, que va incluido en el menú.
Lo que más me ha gustado ha sido oir el canto del quetzal pero no cuento más porque en la sorpresa reside el encanto, luego allí está todo lleno de puestos ambulantes con recuerdos típicos y no tan típicos (estaban los tres monos sabios del templo japonés por todas partes) donde se puede regatear y conseguir mejores precios que en los hoteles pero tampoco son gangas y sobre todo, para mi gusto, tampoco son cosas bonitas...En cuanto a comida, mejor no hablar, menú buffet en un restaurante de carretera (spaguettis, tacos, etc) incluido en la excursion, con "bailes típicos" incluidos de tres camareros por la voluntad, aunque solo hemos comido tacos que esos si que estaban muy, muy buenos. Y, por fín, nos tomamos nuestras primeras Corona y Sol de todo el viaje y las únicas:La exursión nos ha costado 65 euros por cabeza recogiéndonos en la puerta del hotel aunque luego, otros excursionistas la negociaron a precios más económicos, yendo incluso desde más lejos, así que hay que regatear, nosotros la compramos en la entrada a las ruinas de Tulum en un kiosco en la zona de las tiendas. Que por cierto, acaban de montar ahí, otra superjoyería con "los mejores precios del mundo" gigante y muy cara que me recordó mucha a una que nos tuvimos que tragar en Tailandia a la fuerza pero en la que duramos cinco minutos. En esas tiendas también hay artículos típicos pero no muy interesantes y algunos espectáculos mexicanos en la plaza. Hay un trenecito para llegar a las ruinas pero no merece la pena, el trayecto es corto, a no ser que vayas a la una del mediodía y ya estés mediodeshidratado.
En cuanto al cenote, me lo pasé muy bien, primero porque nada más llegar, vendían cocos con su lima, chile y sal como Dios manda y aproveché y me comí uno antes de bañarme y otro a la salida por solo 20 pesos que por esta zona, es lo más barato que hay.
Y luego el cenote es pequeñito pero como vienes acalorado del paseo por las ruinas, merece la pena darse un baño, así que recomiendo llevar toalla, chanclas y gafas de buceo para echar un vistazo, aunque apenas estuvimos un cuarto o media hora.
Y Valladolid me encantó, pero allí si que estuvimos solo un cuarto de hora, lo cual me dió muchísima rabia, porque fue lo más parecido al México colonial que a mí tanto me gusta que pudimos ver en toda la semana. Estaban de obras en la plaza principal, así que nos soltaron allí y nos dieron 15 min, vimos la Iglesia que no tiene nada especial y entré en alguna tienda que había alrededor de la plaza, también destinadas al turista pero por lo menos con alguna cosa chula y aunque en algunas también se podía regatear, en otras no, además encontré un par de cosas que no había podido ver antes en ningún sitio. Y ya por último comentar, que aunque yo no tuve oportunidad de ir, y aunque no la publicitan tanto, yo le recomiendo a aquel que vaya por allí, ir a las ruinas de Coba, porque según nos decía el personal del hotel, eran las más bonitas porque se encuentran en medio de la selva, eso sí, hay que andar bastante o alquilar una bici, (algunos decían que merece la pena y otros que no) y no hay vans que te lleven directas, al menos desde Tulum. En cuanto a Chichen Itzá, llevar zapatos cómodos, protector solar y gorra, (si se va en temporada cálida), a nosotros nos dieron los de la excursión una botellita de agua al entrar, ah, y un minidesayuno al subir al autobús (una magdalena, un plátano y un zumo). Y el autobús era mucho más cómodo que uno de tercera, pero no era de primera clase como los del interior de México, era como uno español cualquiera, y la carretera hay parte que es autovía pero otra que tiene más baches y resulta bastante incómoda si se sufre de la espalda por lo que merece la pena hacer el viaje en el transporte más cómodo posible.
Por la noche, ya en el hotel teníamos cena programada en el restaurante japonés cuya carta es la que se puede ver en las siguientes fotos:
A continuación, se puede ver una de las zonas del restaurante:
Y aquí van algunas cuantas fotos de la comida, dentro del hotel, merece la pena ir una noche, pero no es una comida japonesa para tirarse de los pelos de lo buenísima que está, éstos fueron los entrantes que elegimos, incluida la típica sopa de tofu:
además, nosotros elegimos la cena con el cocinero delante, (tepayanki) pongo algunas fotos en las que se le puede observar cocinando, el chico era muy simpático y se daba mucho arte con los utensilios de cocina era un verdadero artista:
pero la verdad es que es un poco aburrido una vez que él termina su show:
porque no puedes hablar con tranquilidad con tu acompañante, y si no tienes ganas de dar conversación tampoco es muy agradable el estar sentados junto a desconocidos. Ahora, aquí van otras fotos del resto de los platos que son los que él nos preparó realmente en directo:
en cuanto a los postres, estaban buenos pero eran todos dulces:
En definitiva, que para probar más o menos como es la comida japonesa no está mal y además el restaurante tiene una decoración muy conseguida y el trato, como siempre, es exquisito, ah, al que le guste el sake, que lo pida, que va incluido en el menú.
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