En enero de 2009 estuvimos en el Reloj de Cuco cenando despidiendo a mi mejor amiga, la verdad es que es uno de los restaurantes de Murcia que más se renueva constantemente, aunque su pincho estrella el pastel de hojaldre de carne de pato es obligado mantenerlo porque así lo requiere la clientela, el resto de la carta sufre una renovación muy interesante.
Este establecimiento está situado en la calle San Lorenzo, 7, justo enfrente de la Iglesia con el mismo nombre. Este local se caracteriza por tener dos zonas bien diferenciadas, en la planta baja hay una barra y unas cuantas mesas para comer de un modo más informal y en el sotano rodeado de estos impresionantes baños romanos que se ven en la fotografía, una zona, con un reservado para dos personas incluido, con más mesas para comer o cenar de un modo más formal.
Lo más conocido de "El reloj de cuco" aparte de su pastel, es su excelente bodega pero como nosotros no probamos el vino, no puedo opinar. En cuanto a la noche en cuestión, nos recibieron con una copa de champán cortesía de la casa, y a continuación, emprendimos la dura tarea de elegir entre su amplia carta.
Lo primero que elegimos porque nos encanta de este sitio, es su ensalada de tomate raff, que vale su peso en oro, regado con un aceite de oliva virgen realmente exquisito.
A continuación, nos decantamos por unas alcachofas rellenas de mousse de cabracho y con huevas de trucha que ya nos habían tentado al verlas en la barra. La combinación de la sencilla alcachofa, con el mousse y las huevas es además de extraña, original y exquisita.
Después elegimos un un vasito de salmorejo con brocheta de mozzarella y boquerón, sobre todo, porque me encanta el salmorejo y era la primera vez que lo iba a probar en este local, y, por supuesto, no me defraudó y eso que de primeras, a mí, los boquerones no me agradan demasiado.
Para continuar y ante tal variedad de entrantes, elegimos seguir con ellos y olvidarnos de los platos principales, así que como nos gusta mucho el queso pedimos un plato de queso de cabra que estaba realmente delicioso.
Y esta vez, para innovar, en vez de pedir el pastel de confit de pato, lo hicimos de mujol, completamente diferente, un sabor que no te esperas para nada, está muy bueno pero yo sigo decantándome por el de pato para una próxima vez.
Por último, y ya sin hambre, atacamos un plato de setas con pipas y una reducción que no recuerdo exactamente de que era pero que le daba un toque exquisito.
Y como ya no podíamos más, de hecho, intentamos que no nos trajeran las setas pero ya estaban preparadas, aunque mereció la pena, ¡no dejamos ni un resto en el plato! después si que ya no pedimos postre y nos tomamos tan solo un café. En cuanto al servicio, muy atento, demasiado, quizás en algunos momentos, pues te resta un poco de intimidad, y eso, que en este restaurante, no pasa como en la gran mayoría que si te mantienes en silencio, puedes escuchar las conversaciones del resto de comensales aunque no quieras de lo cerca que están las mesas. En cuanto, al dueño, tan amable como siempre, siempre preocupándose porque el cliente pase un rato agradable.
En cuanto a la relación menú-precio aproximadamente son unos 37 euros por persona en nuestro caso pues no pedimos ni vinos ni postre pero merece la pena, yo recomendaría para una cena sorpresa y romántica el reservado aunque hay que hacerlo con tiempo y por otro lado, también es importante aunque parezca obvio, ir con hambre porque es muy difícil elegir entre un plato u otro.
Comentarios
Javier fue encantador, rerrochando conocimientos y pasion por el vino.
De la cena destacamos el pastel de hojaldre con verduritas (woa!)
El vino, un sorprendente Leda Viñas Viejas del 2000 (pedimos 2004, pero estaba agotado) que ganó conforme avanzó la cena.
Gracias Javier!!. Tienes 4 incondicionales desde ayer.