La torre de Kyoto
Y llegó nuestro último día en Kyoto, domingo, el cual lo habíamos reservado para pasarlo con Koko, una chica majísima, guía gratuíta de la misma organización que la de Tokyo.
Quedamos con ella en el vestíbulo de nuestro hotel, y tras las presentaciones, decidimos en consenso que había que ir a ver el templo de Sanjusangendo (el de la diosa Kannon)porque era su favorito, y eso hicimos, para ello, compramos un pase de autobús, y llegamos hasta la estación central donde pude ver con tranquilidad su arquitectura que es tan apreciada por unos y denostada por otros.
Estación central
El templo de las 1001 figuras de esta diosa no se podía fotografiar por dentro; y por fuera, no era nada especial, las figuras están chulas e impresiona ver tantas seguidas pero se puede prescindir de ir si se va mal de tiempo.
Balcón del Kiyomizu Dera
A continuación, volvimos a este templo pero ya de día, y es precioso porque se ve toda Kyoto desde lo alto. y tiene unos jardines y unos árboles impresionantes.
Fieles llamando a Dios antes de orar.
Algunas amables chicas disfrazadas de Maikos que aceptaron posar para nosotros.
Al bajar del templo fuimos curioseando por la gran cantidad de tiendas que habían, carísimas y de un gusto dudoso para mí. Aquí he puesto algunas fotos para que se vean. Luego coincidimos con unas chicas vestidas de maikos que aceptaron a posar con nosotros supersimpáticas.
Precios de la cerámica japonesa
¡Consumismo perruno!
Más cerámica japonesa
Cuando salimos de allí, Koko nos llevó a comer a uno de sus restaurantes favoritos, cerca del río, repleto de gente de nuestra edad, tres platos de soba gigantes que yo no pude acabar. Después nos llevó a una librería Book off, y compramos un par de comics de segundo mano, y curioseamos por allí. Y ya para despedirnos, nos llevó a un purikura y nos hicimos unas fotos de recuerdo.
Y a continuación, nos fuimos a esta zona de tiendas, y, por casualidad, acabamos en un bar que estaba decorado con cosas españolas, de fútbol y hasta tetrabricks de Don Simón de nuestra querida Jumilla. Hablamos con el camarero para saber si era español, pero no, era japonés, del F.C. Barcelona y un enamorado de España.
Teramachi
Bar decorado con cosas españolas
Y llegó nuestro último día en Kyoto, domingo, el cual lo habíamos reservado para pasarlo con Koko, una chica majísima, guía gratuíta de la misma organización que la de Tokyo.
Quedamos con ella en el vestíbulo de nuestro hotel, y tras las presentaciones, decidimos en consenso que había que ir a ver el templo de Sanjusangendo (el de la diosa Kannon)porque era su favorito, y eso hicimos, para ello, compramos un pase de autobús, y llegamos hasta la estación central donde pude ver con tranquilidad su arquitectura que es tan apreciada por unos y denostada por otros.
Estación central
El templo de las 1001 figuras de esta diosa no se podía fotografiar por dentro; y por fuera, no era nada especial, las figuras están chulas e impresiona ver tantas seguidas pero se puede prescindir de ir si se va mal de tiempo.
Balcón del Kiyomizu Dera
A continuación, volvimos a este templo pero ya de día, y es precioso porque se ve toda Kyoto desde lo alto. y tiene unos jardines y unos árboles impresionantes.
Fieles llamando a Dios antes de orar.
Algunas amables chicas disfrazadas de Maikos que aceptaron posar para nosotros.
Al bajar del templo fuimos curioseando por la gran cantidad de tiendas que habían, carísimas y de un gusto dudoso para mí. Aquí he puesto algunas fotos para que se vean. Luego coincidimos con unas chicas vestidas de maikos que aceptaron a posar con nosotros supersimpáticas.
Precios de la cerámica japonesa
¡Consumismo perruno!
Más cerámica japonesa
Cuando salimos de allí, Koko nos llevó a comer a uno de sus restaurantes favoritos, cerca del río, repleto de gente de nuestra edad, tres platos de soba gigantes que yo no pude acabar. Después nos llevó a una librería Book off, y compramos un par de comics de segundo mano, y curioseamos por allí. Y ya para despedirnos, nos llevó a un purikura y nos hicimos unas fotos de recuerdo.
Y a continuación, nos fuimos a esta zona de tiendas, y, por casualidad, acabamos en un bar que estaba decorado con cosas españolas, de fútbol y hasta tetrabricks de Don Simón de nuestra querida Jumilla. Hablamos con el camarero para saber si era español, pero no, era japonés, del F.C. Barcelona y un enamorado de España.
Teramachi
Bar decorado con cosas españolas
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