Nuestra cena mientras hacíamos cola
Cola para el festival
Festival de fuego
Pagoda de noche
La zona principal de nuestra habitación, aquí dormiríamos después.
El baño y la ducha de nuestra habitación
La salita de nuestra habitación del ryokan
¿Qué hacían dos secadores entre las ofrendas de este templo?
Pagoda de Nara
Gato en el cementerio del templo
Contaste entre el rojo y el verde
Empiezan los toriis
Entrada al templo de Fushimi-Inari
Este día desayunamos en nuestra habitación para ahorrar tiempo y salimos de camino a Nara con parada previa en para ver el templo Fushimi-inari famoso por su sendero con cientos de toriis rojos que recorre unos cuatro km cuesta arriba hacia la montaña. Para ello tomamos la línea JR de Nara y paramos en la estación de Inari. Y está justo enfrente, además la entrada al templo es gratuita. La belleza de este sitio es inconmesurable. El paseo se disfruta aún más si se puede hacer sin demasiada gente alrededor, para poder escuchar el graznido de los cuervos, ver el sinuoso camino vacío y asomarse a los lados de los toriis y vislumbrar el suelo verde de la montaña. La luz es preciosa, lo cual posibilita hacer unas fotos preciosas y cada imagen te parece aún más y más bonita que la anterior.
Una vez realizado el paseo, salimos en tren hacia Nara, una vez allí, en la estación, nos explicaron como llegar hasta el Ueno Ryokan que era donde nos íbamos a alojar, parecía relatívamente sencillo, aunque lejos, pero para nuestra sorpresa, una vez que llegamos, no lo encontrábamos por ninguna parte, sencillamente porque...el nombre estaba en japonés. El ryokan no está mal pero tampoco lo recomendaría, nosotros habíamos decidido pasar una noche en Nara porque se suponía (según la lonely planet) que esa noche era la más importante del festival Omizutori Matsuri que se celebra en Nara en el santuario Katsuga, los días 12 y 13 de marzo de cada año. Pues bien, la noche del 12 había festival pero no era la más bonita sino la noche siguiente, la del 13, con lo cual la guía se cubrió de gloria con nosotros. Fue una pena porque el espectáculo del día 12 aunque repleto de gente era bastante soso, tras una interminable espera de varias horas y una larga cola, veías como por el balcón del primer piso del templo de madera pasaban varios monjes con una antorcha gigante hasta dejarla prendida en el otro extremo, los japoneses gritaban extasiados pero no merecía la pena ni la espera ni el frío ni la noche de hotel para ver algo así. Pues además solo lo podías ver una vez porque como el templo está en un recodo, para permitir que todo el que acuda, lo vea, una vez que lo has hecho, debes abandonar la zona como te van indicando las decenas de policías que estaban allí. Todo muy ordenado y práctico pero poco atrayente. Luego, con las ramitas quemadas por las antorchas se hacen amuletos que no sé para que servirán pero, me regalaron una en el ryokan y la guardé...
Volviendo al día de la llegada a Nara, una vez que dejamos las maletas en el hotel, nos fuimos a comer y después a ver las pagodas, que estaban frente a nuestro hotel y un pequeño lago; toda Nara en sí, es una preciosidad, merece la pena ir un día de visita desde Kyoto. Lo más divertido de la ciudad es que en sus parques viven más de 1200 ciervos que son Tesoro Nacional y son alimentados con galletas por los turistas como nosotros a los que se acercan sin el más mínimo rubor.
En cuanto a la habitación del Ryokan constaba de:
Un pequeño vestíbulo, a la derecha del cual estaba una habitación con un escalón para ducharte en su mismo suelo y, a continuación, meterte en la minibañera que se ve en la foto a la derecha. A la izquierda del vestíbulo había un gran armario empotrado de puertas correderas repleto de futones, edredones, cojines y almohadas. A continuación, entrabas por unas puertas de papel a la habitación principal que tenía ya preparada una mesa con dos sillas para tomar un té, una tele, teléfono y otro armario. A continuación, había otra puerta corredera de papel que daba a una salita con ventana al exterior que tenía una mesa con dos sillas y a la derecha un lavabo con espejo y los utensilios básicos de aseo. A la izquierda de esta salita, había otra puerta que daba a un water TOTO.
Cola para el festival
Festival de fuego
Pagoda de noche
La zona principal de nuestra habitación, aquí dormiríamos después.
El baño y la ducha de nuestra habitación
La salita de nuestra habitación del ryokan
¿Qué hacían dos secadores entre las ofrendas de este templo?
Pagoda de Nara
Gato en el cementerio del templo
Contaste entre el rojo y el verde
Empiezan los toriis
Entrada al templo de Fushimi-Inari
Este día desayunamos en nuestra habitación para ahorrar tiempo y salimos de camino a Nara con parada previa en para ver el templo Fushimi-inari famoso por su sendero con cientos de toriis rojos que recorre unos cuatro km cuesta arriba hacia la montaña. Para ello tomamos la línea JR de Nara y paramos en la estación de Inari. Y está justo enfrente, además la entrada al templo es gratuita. La belleza de este sitio es inconmesurable. El paseo se disfruta aún más si se puede hacer sin demasiada gente alrededor, para poder escuchar el graznido de los cuervos, ver el sinuoso camino vacío y asomarse a los lados de los toriis y vislumbrar el suelo verde de la montaña. La luz es preciosa, lo cual posibilita hacer unas fotos preciosas y cada imagen te parece aún más y más bonita que la anterior.
Una vez realizado el paseo, salimos en tren hacia Nara, una vez allí, en la estación, nos explicaron como llegar hasta el Ueno Ryokan que era donde nos íbamos a alojar, parecía relatívamente sencillo, aunque lejos, pero para nuestra sorpresa, una vez que llegamos, no lo encontrábamos por ninguna parte, sencillamente porque...el nombre estaba en japonés. El ryokan no está mal pero tampoco lo recomendaría, nosotros habíamos decidido pasar una noche en Nara porque se suponía (según la lonely planet) que esa noche era la más importante del festival Omizutori Matsuri que se celebra en Nara en el santuario Katsuga, los días 12 y 13 de marzo de cada año. Pues bien, la noche del 12 había festival pero no era la más bonita sino la noche siguiente, la del 13, con lo cual la guía se cubrió de gloria con nosotros. Fue una pena porque el espectáculo del día 12 aunque repleto de gente era bastante soso, tras una interminable espera de varias horas y una larga cola, veías como por el balcón del primer piso del templo de madera pasaban varios monjes con una antorcha gigante hasta dejarla prendida en el otro extremo, los japoneses gritaban extasiados pero no merecía la pena ni la espera ni el frío ni la noche de hotel para ver algo así. Pues además solo lo podías ver una vez porque como el templo está en un recodo, para permitir que todo el que acuda, lo vea, una vez que lo has hecho, debes abandonar la zona como te van indicando las decenas de policías que estaban allí. Todo muy ordenado y práctico pero poco atrayente. Luego, con las ramitas quemadas por las antorchas se hacen amuletos que no sé para que servirán pero, me regalaron una en el ryokan y la guardé...
Volviendo al día de la llegada a Nara, una vez que dejamos las maletas en el hotel, nos fuimos a comer y después a ver las pagodas, que estaban frente a nuestro hotel y un pequeño lago; toda Nara en sí, es una preciosidad, merece la pena ir un día de visita desde Kyoto. Lo más divertido de la ciudad es que en sus parques viven más de 1200 ciervos que son Tesoro Nacional y son alimentados con galletas por los turistas como nosotros a los que se acercan sin el más mínimo rubor.
En cuanto a la habitación del Ryokan constaba de:
Un pequeño vestíbulo, a la derecha del cual estaba una habitación con un escalón para ducharte en su mismo suelo y, a continuación, meterte en la minibañera que se ve en la foto a la derecha. A la izquierda del vestíbulo había un gran armario empotrado de puertas correderas repleto de futones, edredones, cojines y almohadas. A continuación, entrabas por unas puertas de papel a la habitación principal que tenía ya preparada una mesa con dos sillas para tomar un té, una tele, teléfono y otro armario. A continuación, había otra puerta corredera de papel que daba a una salita con ventana al exterior que tenía una mesa con dos sillas y a la derecha un lavabo con espejo y los utensilios básicos de aseo. A la izquierda de esta salita, había otra puerta que daba a un water TOTO.
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