Me desperté a las siete a.m., y sin hambre nos fuimos a desayunar. A la zona del hotel dedicada a este menester la llamaban "Desayunador", más claro, imposible, ¿no?
Echamos un vistazo al periódico del día, repleto de suplementos y nos centramos en la cartelera teatral:
Baraka, Caperucita, Gorda...apuntamos las direcciones, y teléfonos para comprar las entradas en cuanto podamos.
Tomamos un taxi y pedimos que nos lleve a San Telmo, durante el trayecto, el taxista nos cuenta su vida estudiantil en la dictadura y nos pone los pelos de punta con sus vivencias.
Una vez allí, donde se suponía que había un bonito mercado dominical de antigüedades, nos desilusionamos bastante pues lo vimos muy cutre.
Rápidamente nos cansamos y acabamos buscando el restaurante donde nos habían reservado mesa "La brigada" en C/Estados Unidos, 465 (teléfono: 4361-5557/4685). Como era preceptivo en el lugar, el camarero nos cortó la carne con una cuchara para demostrarnos "lo tierna" que era y rodeados de recuerdos y afiches de diversos deportes, tuvimos una comida muy agradable.
Continuamos caminando hasta el pasaje de Defensa y ahí el ambiente empezó a mejorar: puestos de diseñadores jóvenes, algunas galerías de arte, vendedores de todas las razas exponiendo sus mercancias, y sobre todo, se respiraba alegría, festividad diría. Hacía una temperatura excelente para pasear y podía notar como el resto de los paseantes estábamos disfrutando de la tarde. Compré una pulserita de hilo que aún llevo puesta.
Y llegamos a la Plaza Rosada, ¡qué insignificante nos pareció! Parece mentira que albergue tantos momentos fundamentales de la historia de este inmenso país. Ahora que lo pienso, debe de ser lo único que me pareció pequeño en Argentina, pues hasta los gorriones que ví eran gorditos y panzudos.
Continuamos paseando por la Avda de Mayo, hasta llegar al emblemático café Tortoni donde no pudimos resistir entrar a tomar un café para recrear con la imaginación, una cafeteria tan literaria.
De allí, nos fuimos buscando cambio a la C/FLorida, al centro comercial del mismo nombre, por desgracia, era domingo y no estaba abierta la casa de cambio y por suerte, había otra cerca que sí que lo estaba y pudimos cambiar. El centro comercial no tiene ningún interés y es una visita totalmente prescindible.
Desde allí nos fuimos a la avenida de Corrientes pues teníamos entradas para ver "Baraka" (100 pesos la entrada en octava fila). Nos gustó muchísimo la obra aunque no la conseguimos disfrutar bien debido al cansancio acumulado. Como curiosidad, comentar que me llamó mucho la atención una vez dentro de la sala, varias cosas:
1. Estaba prácticamente lleno a pesar de ser una obra que está en cartel bastante tiempo.
2. Era claustrofóbico.
3. Los programas de mano los entregaban los acomodadores a cambio de "la voluntad".
4. Un chico vestido con pajarita negra y chaqueta carmesí, voceaba su mercancia antes de comenzar el espectáculo: "Chocolates, caramelos, agua, refrescos..."
Echamos un vistazo al periódico del día, repleto de suplementos y nos centramos en la cartelera teatral:
Baraka, Caperucita, Gorda...apuntamos las direcciones, y teléfonos para comprar las entradas en cuanto podamos.
Tomamos un taxi y pedimos que nos lleve a San Telmo, durante el trayecto, el taxista nos cuenta su vida estudiantil en la dictadura y nos pone los pelos de punta con sus vivencias.
Una vez allí, donde se suponía que había un bonito mercado dominical de antigüedades, nos desilusionamos bastante pues lo vimos muy cutre.
Rápidamente nos cansamos y acabamos buscando el restaurante donde nos habían reservado mesa "La brigada" en C/Estados Unidos, 465 (teléfono: 4361-5557/4685). Como era preceptivo en el lugar, el camarero nos cortó la carne con una cuchara para demostrarnos "lo tierna" que era y rodeados de recuerdos y afiches de diversos deportes, tuvimos una comida muy agradable.
Continuamos caminando hasta el pasaje de Defensa y ahí el ambiente empezó a mejorar: puestos de diseñadores jóvenes, algunas galerías de arte, vendedores de todas las razas exponiendo sus mercancias, y sobre todo, se respiraba alegría, festividad diría. Hacía una temperatura excelente para pasear y podía notar como el resto de los paseantes estábamos disfrutando de la tarde. Compré una pulserita de hilo que aún llevo puesta.
Y llegamos a la Plaza Rosada, ¡qué insignificante nos pareció! Parece mentira que albergue tantos momentos fundamentales de la historia de este inmenso país. Ahora que lo pienso, debe de ser lo único que me pareció pequeño en Argentina, pues hasta los gorriones que ví eran gorditos y panzudos.
Continuamos paseando por la Avda de Mayo, hasta llegar al emblemático café Tortoni donde no pudimos resistir entrar a tomar un café para recrear con la imaginación, una cafeteria tan literaria.
De allí, nos fuimos buscando cambio a la C/FLorida, al centro comercial del mismo nombre, por desgracia, era domingo y no estaba abierta la casa de cambio y por suerte, había otra cerca que sí que lo estaba y pudimos cambiar. El centro comercial no tiene ningún interés y es una visita totalmente prescindible.
Desde allí nos fuimos a la avenida de Corrientes pues teníamos entradas para ver "Baraka" (100 pesos la entrada en octava fila). Nos gustó muchísimo la obra aunque no la conseguimos disfrutar bien debido al cansancio acumulado. Como curiosidad, comentar que me llamó mucho la atención una vez dentro de la sala, varias cosas:
1. Estaba prácticamente lleno a pesar de ser una obra que está en cartel bastante tiempo.
2. Era claustrofóbico.
3. Los programas de mano los entregaban los acomodadores a cambio de "la voluntad".
4. Un chico vestido con pajarita negra y chaqueta carmesí, voceaba su mercancia antes de comenzar el espectáculo: "Chocolates, caramelos, agua, refrescos..."
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