Nos levantamos muy temprano, fuimos a una casa de cambio y desde allí al famoso cementerio de Recoletas. Para acceder a él, llegamos por la calle Junín que está repleta de macrobares y discotecas. Es muy curioso el contraste, si miras a un lado, presupones marcha, luces y sonidos nocturnos, si miras al otro, silencio y oscuridad.
De común acuerdo, decidimos no entrar al cementerio porque no nos atraía demasiado y además estaba empezando a llover con ganas, así que nos metimos en el café La Biela que está enfrente del cementerio haciendo esquina y en cuya terraza pensábamos disfrutar del caminar de los viandantes pero nos tuvimos que conformar con entrar y tomarnos un café calentito en una de sus mesas.
Cuando aminoró un poco la lluvia, salimos, y paseamos mirando escaparates de las tiendas de lujo de la ciudad: Hermés, etc...
Caminando llegamos hasta el Duhais y de allí a un centro comercial cercano para descansar un poco de la lluvia.
A la salida tomamos un taxi para ir al MALBA pero era martes y por lo tanto, estaba cerrado. Lo peor es que sabíamos que cerraba ese día pero se nos olvidó.
Así que seguimos caminando y fuimos viendo bares/restaurantes para elegir uno al azar para comer, al final nos decidimos por uno que estaba muy bien pero, por desgracia, no recuerdo el nombre y nos pedimos una parrillada para dos de la cual nos sobró la mitad aproximadamente. Estaba todo buenísimo pero en cantidades industriales. Probé los chinchulines por primera vez, extraña sensación y aún no tengo claro si me gustan o no...creo que no....arggg....
De común acuerdo, decidimos no entrar al cementerio porque no nos atraía demasiado y además estaba empezando a llover con ganas, así que nos metimos en el café La Biela que está enfrente del cementerio haciendo esquina y en cuya terraza pensábamos disfrutar del caminar de los viandantes pero nos tuvimos que conformar con entrar y tomarnos un café calentito en una de sus mesas.
Cuando aminoró un poco la lluvia, salimos, y paseamos mirando escaparates de las tiendas de lujo de la ciudad: Hermés, etc...
Caminando llegamos hasta el Duhais y de allí a un centro comercial cercano para descansar un poco de la lluvia.
A la salida tomamos un taxi para ir al MALBA pero era martes y por lo tanto, estaba cerrado. Lo peor es que sabíamos que cerraba ese día pero se nos olvidó.
Así que seguimos caminando y fuimos viendo bares/restaurantes para elegir uno al azar para comer, al final nos decidimos por uno que estaba muy bien pero, por desgracia, no recuerdo el nombre y nos pedimos una parrillada para dos de la cual nos sobró la mitad aproximadamente. Estaba todo buenísimo pero en cantidades industriales. Probé los chinchulines por primera vez, extraña sensación y aún no tengo claro si me gustan o no...creo que no....arggg....
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