Palermo Soho:
Un lugar para escribir. Estamos en la esquina de Thomas con Charcas, en la cafetería Torino. Nos hemos sentado para descansar un poco las piernas que se quejan de tanto caminar con lo sedentarias que viven fuera de vacaciones.
Desde este café tomé una de las fotos que más me gusta de la ciudad, en ella, un paseador de perros, de espaldas, trata de pasar al otro lado de la calle. Me gusta porque el cartel de los beatles nos retrotrae a una época que no tiene nada que ver con la indumentaria del chico, ni con los coches. Me gusta por la cara de concentración del hombre de barba blanca que conduce sin percatarse de lo que ocurre a su alrededor. Y me gusta sobre todo, porque refleja un instante, un segundo que habrá pasado desapercibido para todos los que en ese momento circulaban allí.
Hacía sol y la mañana era perfecta para ir sin prisas.
De allí nos fuimos al Bobo hotel a conocer a una amiga (por cierto, que el hotel es chulísimo y es altamente recomendable). Y después estuvimos curioseando entre las tiendas de ropa de diseño y sobre todo, disfrutamos en la librería Prometeo, que es justo la librería que todo aquel que alguna vez ha soñado con tener una, le gustaría tener. Se la recomiendo a todo el que disfrute sumergiéndose entre libros. En otras entradas, hablaré también de otras que hay repartidas por todo Buenos Aires, pero ésta por ser la primera, quizás, es una de mis favoritas.
Despues comimos en una pizzería que había por allí, en una terraza en la primera planta con unas vistas del barrio muy chulas.
Por la tarde, estuvimos de tiendas hasta que agotados regresamos al hotel.
Un lugar para escribir. Estamos en la esquina de Thomas con Charcas, en la cafetería Torino. Nos hemos sentado para descansar un poco las piernas que se quejan de tanto caminar con lo sedentarias que viven fuera de vacaciones.
Desde este café tomé una de las fotos que más me gusta de la ciudad, en ella, un paseador de perros, de espaldas, trata de pasar al otro lado de la calle. Me gusta porque el cartel de los beatles nos retrotrae a una época que no tiene nada que ver con la indumentaria del chico, ni con los coches. Me gusta por la cara de concentración del hombre de barba blanca que conduce sin percatarse de lo que ocurre a su alrededor. Y me gusta sobre todo, porque refleja un instante, un segundo que habrá pasado desapercibido para todos los que en ese momento circulaban allí.
Hacía sol y la mañana era perfecta para ir sin prisas.
De allí nos fuimos al Bobo hotel a conocer a una amiga (por cierto, que el hotel es chulísimo y es altamente recomendable). Y después estuvimos curioseando entre las tiendas de ropa de diseño y sobre todo, disfrutamos en la librería Prometeo, que es justo la librería que todo aquel que alguna vez ha soñado con tener una, le gustaría tener. Se la recomiendo a todo el que disfrute sumergiéndose entre libros. En otras entradas, hablaré también de otras que hay repartidas por todo Buenos Aires, pero ésta por ser la primera, quizás, es una de mis favoritas.
Despues comimos en una pizzería que había por allí, en una terraza en la primera planta con unas vistas del barrio muy chulas.
Por la tarde, estuvimos de tiendas hasta que agotados regresamos al hotel.
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