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OCTAVO DÍA

Mi cena en el restaurante OOTOYA


Escaparate de otro restaurante de la calle Pontocho


Menú de la entrada de un restaurante en la calle Pontocho


Parte del aseo de nuestra habitación


Habitación del hotel Gimmond


El té japonés

Uno de los trenes balas de Japón


Todo lo que se pueda contar de Kyoto es poco y todo el tiempo que se pueda pasar para visitarla, también, pero vayamos por partes:
Salimos de Tokyo a las nueve y poco de la mañana con los tickets para el tren reservados por si acaso, desde dos días antes, al llegar a Kyoto, salimos de la estación de tren (famosa por su antena) y a continuación de una explanada, estaba la del metro que nos dejo a un paso del hotel Gimmond que habíamos reservado por Internet directamente en su página web y sin previo pago, con lo cual, llevábamos un poco de miedo. Pero no hubo ningún problema, el hotel estaba bastante bien, similar a un cuatro estrellas español y la localización para nosotros fue ideal, además lo más importante en esta ciudad es planear las visitas por zonas porque sino es imposible, entonces, ya da un poco igual donde estés, pero, por ejemplo, este hotel está justo delante del museo de la ciudad y, a un paso, andando, tanto del Palacio Imperial como del castillo de Nijo.
Esa noche, lo primero que hicimos fue llegar hasta la calle Pontocho que es para mi gusto, la más especial y auténtica de toda la ciudad. Al final, sin embargo, acabamos cenando en un restaurante de la cadena OOTOYA que habíamos visto recomendada por internet, y la verdad, es que muy bien, un menú como el de la foto nos costó 798 yenes y estaba rico, rico. El sitio estaba decorado en plan moderno en un primer piso de una de las calles principales de la ciudad que daba al puente más bonito que tiene, y las camareras fueron, como siempre, amabilísimas.

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